Aceptar a Jesús, y llevar una vida cristiana genuina, nos
representan bendiciones a las cuales tenemos derechos y que la mayoría no
caminan en pos de ellas. Viven esclavos con temores, angustias,
desesperanzas, derrotas, enfermos y atados
aun al pecado, que ya Jesús pagó el precio por cada uno de ellos. En el Salmo 103: 3 dice: “Él es quien perdona todas tus iniquidades”, o sea que al instante
que reconoces a Jesús como tu salvador y el dueño de tu vida, automáticamente
la deuda de iniquidades queda saldada.
Porque nuestra iniquidad y el pecado es la que nos lleva al deterioro de
una vida espiritual, física y económica victoriosa.
Cuando vivimos apartados de Dios el enemigo del hombre
(Satanás) te encadena para llevarte a la ruina, a la enfermedad y a una vida
llena de dolor, algunas veces hasta convertirte en un desechable. Pero cuando te apartas del pecado y la
iniquidad automáticamente te hace libre de toda atadura. También dice que “Él sana todas tus dolencias”, así que ya el dolor no te pertenece,
solo tienes que renunciar a él, y serás libre de todo lo que te ata. En Isaías 53: 4 dice: “Que ciertamente llevó nuestras
enfermedades y sufrió nuestros dolores”. Que maravilloso es poder tener el
conocimiento de su Palabra para que con toda autoridad reprender y arrebatarle
la salud a Satanás que quiere verte afligido por ella.
El cristiano tiene un arma mortal para derribar los decretos que el enemigo tiene en contra de
los hijos de Dios, al enemigo lo podemos derrotar con la misma Palabra, así
como Jesús lo hizo en el desierto, cuando vivimos y nos sometemos a esa
Palabra. El cristiano hoy no vive la calidad
de vida a la cual Dios lo llamó, por conformarse con el dolor, la enfermedad, la pobreza por creer que es la
voluntad de Dios que esté en esa condición, cuando su Palabra dice todo lo
contrario. “Él que rescata del hoyo tu
vida y te corona de favores y misericordias” Ahora estas sentado en
lugares altos con Cristo Jesús. Y en un reino como el de Jesús, tenga la
seguridad no hay hambre, miseria, pobreza, dolor, enfermedad.
Muchos enseñan que en la pobreza esta la humildad, pero la
pobreza económica no tiene nada que ver con la humildad espiritual, he visto
muchos que son pobres económicamente que son altivos y orgullosos. En Mateo 5: 3 Jesús se refería que eran
bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los
cielos, la humidad a la que Dios se refería no tiene nada que ver con la
pobreza material. Algunos tergiversan el
versículo y viven cautivos en la pobreza material a la cual Dios nos libertó, y
creen que esa condición agrada a Dios y
los hace más espirituales.
En Corintios 8: 9 dice: “Porque
ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que
vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos” en esta verdad absoluta debemos caminar para no ser
engañados por el enemigo, pensando que es la voluntad de Dios que vivamos una
vida miserable en la pobreza y la enfermedad.
Otra arma con la que el enemigo nos ataca es con el temor que no es más
de la ausencia de fe, y esto nos paraliza para cumplir las metas y los
propósitos de Dios para nuestras vidas, por no tener el conocimiento de la
verdad escrita en su Palabra.
En Isaías 43: 1 dice: “Ahora,
así dice Jehová, creador tuyo, oh Jacob, y formador tuyo, oh Israel: No temas,
porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú” Nosotros no pertenecemos a cualquier reino,
ni a cualquier rey, sino uno que hizo los cielos y la tierra y todo en cuando
en ella hay, y es tu creador, que te hizo, tus planos están perfectos en su
reino, ahora solo basta reclamarlo y traerlos del mundo espiritual al mundo
natural, en tu boca esta está realidad.
Además tenemos una promesa “Que
cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos no te
anegarán, cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”
Poder conocer que el nos sostiene y nos da su protección, nos da la fuerza para
soportar las pruebas victoriosos. Vemos un ejemplo en el libro de Daniel cuando
el rey Nabuconodosor había ordenado que cualquiera que no se postrare y adorare
la estatua que había levantado sería echado dentro de un horno de fuego
ardiendo, pero había unos Israelitas fieles a su Dios que se opusieron y le dijeron “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de
fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará” Que confianza tan
absoluta tenían estos tres varones en el
Dios que todo lo puede. Y por ser fieles a Dios fueron lanzados a ese
horno atados. Pero Dios es fiel y los libro de morir quemado al ver la
integridad de esto jóvenes En Daniel 3: 27 dice: “Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los
consejeros del rey para mirar a estos varones como el fuego no había tenido
poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se habían
quemado, sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían” Esta
historia la vivieron los Israelitas Ananías, Misael, y Azarías de los hijos de Judá, cuando fueron llevados
cautivos a Babilonia. El fuego de Dios
no te daña ni te destruye, cuando Él permite que lo pases, será para quitar las
escorias que están impidiendo escalar a otros nivel espiritual, o para recibir
sus bendiciones, y necesita hacer de ti un hombre nuevo.
Pero el cristiano cuando se siente amenazado por el fuego no
toma la actitud correcta, el miedo los paralizas, toman decisiones equivocadas,
los hace renegar contra Dios, se sumen en la depresión, la tristeza y lo peor
de todo les hace olvidar todas las promesas y pactos escritos en su Palabra. Que
Dios nos creo para Él, para vivir una vida más que victoriosa y para que le
adoremos en cada circunstancia, porque él tiene el control de TODO
y no habrá problema que sea más
grande que el poder de Dios.
He escuchado a cristianos suplicar al Señor para ser sanos de
cualquier azote del enemigo. En Santiago
4: 3 dice algo muy real “Pedís, y no
recibís, porque pedís mal” Esto
sería igual si usted entrara a un almacén para comprar algo y usted suplicara a
la vendedora entregarle un artículo que ya compró con su dinero. Usted entra
con toda seguridad y confianza agarra su artículo y la vendedora está en la
obligación de entregar lo que compró.
Así sucede cuando
pedimos al Señor por la salud, ya fue comprada, no con dinero, sino con la
Sangre de Jesús, ya te pertenece, sólo
reclámala en el nombre de Jesús y se hará efectiva. Igual sucede con la economía también fue
entregada a nosotros, nos hizo prósperos, Él nos bendijo con toda bendición de lo alto, antes
de la fundación del mundo. Hoy sólo
tenemos que apropiarnos de ella y trasladarla del mundo espiritual al mundo
natural. No obtenemos esa bendición
porque nos conformamos y creemos que eso es lo que nos merecemos y que es la
voluntad de Dios que estés en esa condición o situación, pero renueva tus
pensamientos porque la voluntad perfecta de Dios es que traigas su reino a la
tierra y vivas, y disfrutes la prosperidad.
Sólo hay una condición que está en 1 Reyes 2: 3 “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos y
observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios de la manera que está escrito en
la ley de Moisés, para que prosperes
en todo lo que hagas y en todo aquellos que emprendas”
Cuando ignoramos esta verdad el enemigo toma ventaja y nos
esclaviza, otra cosa importante que debemos saber es cambiar nuestro
vocabulario, cuando nos pregunta como estamos, declaramos: Aquí con mi
enfermedad, aquí llevado, apropiándote de algo que ya no te pertenece, las
palabras son como semillas que tarde o temprano darán sus frutos. Usted aprenda
hablar la verdad de Dios, porque en tu boca está la vida o la muerte, la
bendición o la maldición.
De igual manera tenemos que reprender las enfermedades
generacionales, la ruina, la pobreza, la cautividad que venimos arrastrando que nuestros
antepasados. Levántate en el nombre de
Jesús y libérate y libera tus futuras generaciones, porque las maldiciones como
las bendiciones a ellos también les alcanzarán.
No podemos perder de vista la protección y seguridad que
tenemos en Dios. Jehová nos tomó de los
confines de la tierra, y de tierra lejanas nos llamó. Nos ha dicho, mi siervo eres te escogió, y no
te desechó. En los momentos de
dificultad, o cuando pasamos por el dolor, la perdida, la enfermedad recordemos
todo lo que Dios quiere para ti, que sus promesas se cumplen. En Isaías 41: 10 “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes; porque yo soy Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre
te sustentaré con la diestra de mi justicia” Que poderoso es saber
que en Él encontramos su ayuda, y que sus brazos amorosos nos sostiene con su
mano derecha, y nos ayuda.
Nosotros no tenemos un Dios pequeñito o indiferente a
nuestras necesidades, nuestro Dios es majestuoso y está “sentado sobre el círculo de la tierra, y extiende los cielos como una
cortina. Él convierte en nada a los
poderosos” (Isaías 40: 23) para
avergonzarlos y que entiendan que sólo
Jehová es poderoso y temible. Pero el temor es para aquel que no conoce todas
estas promesas y para el que no conoce al Dios altísimo. Él nos manda a levantar en alto vuestros
ojos, y mirar quién creo las cosas; el
saca cuenta de su ejército, y a todas las llama por su nombre, así es la
grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio. Nosotros somos los que desmayamos y
afligimos, pero cuando conocemos y confiamos que Él da esfuerzo al cansado, y
multiplica las fuerzas al que no tiene
ninguna, entonces empezamos a ver el mundo con otra perspectiva. Proverbios 3: 26 “Porque
Jehová será tu confianza, y Él preservará tu pie de quedar preso” No
olvidemos que el enemigo quiere apresarnos o encadenarnos con la duda, el temor
o la falta de fe, pero que maravilloso se siente cuando no desconocemos que el
siempre tendrá cuidado que tu pie tropiece porque es inevitable, pero no quede atado ante la adversidad y la
maldad, porque si el justo tropieza y cae mi Señor lo levantará como la palmeara,
cuando le obedecemos y le creemos, entonces estamos seguros como dice el salmo
4: 8 “En paz me acostaré, y así mismo
dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado”
Cuando la confianza es depositada en el hombre o en nuestras
fuerzas nos sentimos defraudados y
desilusionados, por este motivo Él dice que “Maldito
el varón que confía en el hombre y su corazón se aparta de Jehová”
(Jeremías 17: 5) “más bendito el varón
que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová”. “Porque será como árbol plantado junto a las
aguas, que junto a las corrientes echará raíces, y no verá cuando viene el
calor, sino que su hoja estará verde y en
el año de sequia no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías
17: 7, 8) Vemos que depositar la confianza en Él nos asegura que en la sequia
siempre habrá la provisión, porque sabremos en quien hemos creído.
Más cuando tu confianza está depositada en el hombre (Padres, familiares, amigos,
políticos o en los que tiene poder) entonces nos hacemos maldición por quitarle
la gloria a Dios. Porque el corazón del
hombre es engañoso, dice que más que todas las cosas. Y cuando estas personas nos defraudan y
fallan, entonces dice el Señor que “seremos
como la retama (Arbusto) en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino
que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y
deshabitada” (Jeremías 17: 6)
La palabra confianza significa: Apoyar, encargar, encomendar,
entregar y fe por eso el nos dice “Confiad
en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos”
lo que significa que es eterna y dice el que en m i confía tendrá la tierra
por heredad, y poseerá mi santo monte.
Entienda mi amado hermano que por muy grande que sea la
prueba, o por muy difícil que sea su condición económica, o incurable que sea
su enfermedad, tenemos un Dios que hace
milagros, prodigios, portentos y maravillas, cuando nos atrevemos a creer que
Él todo lo puede. Que su brazo no se ha
acortado, para levantarnos, ni sus ojos están cerrados, para ver tu condición,
ni sus oídos se han ensordecidos para
escuchar tu clamor. Sin importar cuál sea tu necesidad. Porque Él es bueno y
para siempre es su misericordia.
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