Comenzaré
esta enseñanza con una pregunta ¿Hay algo que pueda hacer el hombre para que
Dios nos ame más? Aunque
muchos crean que su amor se logra a través de obras, la Biblia desmiente
totalmente esta teoría, el legalismo es el uso excesivo e inapropiado de la
ley, porque el ser humano cuida mucho de guardar las apariencias para ganar la
admiración del hombre e intenta ganar el amor de Dios. Jesús atacó a estas
personas porque el legalista no vive lo que exige a los demás, ni aun logra
cumplir lo que se exige así mismo como justo, y menosprecia a otro por no estar
a su altura espiritual.
En Efesios
2: 8, 9 dice: “Porque por gracias sois
salvos por medio de la fe; y esto NO
de vosotros, pues es don de Dios; NO
por obras, para que nadie se gloríe” Nadie puede hacer más de lo que Jesús
hizo en la cruz, que compro la salvación para nosotros y nos reconcilió con el
Padre Celestial para que su amor no tuviera obstáculos. Si alguno hubiera
podido gloriarse para ser amado y acepto por Dios fue el Apóstol Pablo que se
puso como ejemplo y dijo: “sean imitadores de mí como yo de Cristo”,
sin embargo él también necesitó de la gracia para ser amado y salvo por Dios, y
no depositó su confianza en la carne, porque ella es engañosa, el Apóstol Pablo
describió las cosas por las cuales él podría gloriarse, y sin embargo no lo
hizo en Filipenses 3: 4, 6 dice: “Aunque yo tengo también de qué confiar en
la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín,
hebreos de hebreos; en cuanto a la ley fariseo; en cuanto a celo, perseguidor
de la iglesia; en cuanto la justicia que
es en la ley, irreprensible”
nadie podría superar a este hombre en la vida como siervo de Dios, él lo
declaró que según la ley, ¡irreprensible!,
Ninguno podía reprochar o cuestionar su caminar, pero con todo esto no pudo
hacer que Dios lo amara más de lo que él lo amó.
Los
legalistas o fariseos no son capaces de reconocer cuando Dios está actuando con
amor y poder en alguien porque piensan que su comportamiento es el que puede
comprar el amor y la salvación, por eso Jesús conociendo sus pensamientos les
dice en Lucas 11: 42 “Y pasáis por alto la justicia y el amor de
Dios”, el Señor repudió esta actitud. El problema del legalismo es que
no tiene la capacidad de producir el amor y la santidad, porque esto solo Dios
lo puede hacer. El legalismo en la época de Pablo se ocupaba de temas tales
como las comidas, los días de fiestas y las ceremonias religiosas, pero
jamás tenían en cuenta la necesidad de amor y misericordia en los demás, Pablo
censuraba la idea de que el amor de Dios pudiera verse condicionado por obras o
reglas, el miraba el legalismo como una jaula: sólo puede condenar y encerrar
sin darle el derecho de salir libre jamás. Tenemos que ser conscientes
que nuca nadie cumplió, cumple
o cumplirá a cabalidad las
leyes de Dios, y todo aquel que lo intente terminará frustrado, agotado,
decepcionado y con una carga mayor.
En Gálatas
3: 10, 11 dice: “Porque todos los que
dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:
Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro
de la ley, para hacerlas. Y que por la ley
ninguno se justifica para con Dios” por
eso el Señor dice “EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ” y la ley no es de fe, sino que dice:
“El que hiciere estas cosas (Ley) vivirá
por ellas” y como nadie sin excepción las cumple, el legalismo te lleva
a la maldición y a tomar diferentes actitudes: La primera: Cuando una
persona intenta guardar la ley para obtener
la salvación. La Segunda: Cuando una persona guarda la ley para sostener su salvación. La
Tercera: Cuando un cristiano juzga a otros cristianos por no guardar ciertos códigos de conducta
que ellos piensan que son necesarios guardar, como lo dice la Parábola del
fariseo y el publicano en Lucas 18: 10 al 14 “Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro
publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios,
te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a las
semana, doy diezmos de todo lo que gano. Más el publicano, estando
lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho,
diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador” éste fariseo tenía todo
para ganar el amor, la justificación y la aprobación
de Dios, pero nada de lo que había hecho logró que fuera justificado, más el
publicano ni siquiera se sentía digno de alzar sus ojos, entendió que era la
ilimitada gracia de Dios que le permitiría tocar su corazón, y la parábola
termina diciendo: ¡solo el publicano descendió a su casa justificado antes que el otro!,
el Señor quería enseñar que no es por lo que tú haces sino por su amor, gracia y misericordia,
que es a través de lo que Jesús hizo en
la cruz por ti y por mí que su amor fue derramado.
En las
cartas del apóstol Pablo encontramos versículos que nos enseñan que no es el
legalismo o el cumplir con ciertas reglas que le permitirán a Dios amarte
más, tú lo amas porque él te amó primero, antes de que fueras formado en el
vientre de tu madre, Romanos 3: 28 dice: “Concluimos,
pues, que el hombre es justificado por
fe sin las obras de la ley” solo
somos amados y justificados por fe y por su gran amor, y Gálatas 2: 19 y 21
dice: “Porque yo por la ley soy muerto
para la ley, a fin de vivir para Dios. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces
por demás murió Cristo”.
Cuando una
persona depende de lo que hace para ser amado,
justificado y sostener su salvación le sería
necesario guardar la ley completamente, porque si no cumpliera una de ella ya
estaría infringiendo todas. Los legalista, fariseos y religiosos habían
desarrollado un método de interpretación de las leyes de Dios imposible de
cumplir y se consideraban así mismo justos, exaltándose por creerse más buenos, justos, santos
y mejor que los demás, por
esto Jesús fue duros con ellos y los llamó hipócritas aparentaban ser justos
pero su corazón estaba lleno de maldad,
orgullo, arrogancia y sin
misericordia, ellos creían poseer la verdad y juzgaban a todo aquel que
no estuviesen de acuerdo a sus pensamientos e interpretaciones y por esto
menospreciaban a los otros considerándolos inferiores a ellos.
La Palabra
de Dios (La Biblia) es la verdad que da vida al que está muerto espiritualmente
y habló a diferentes grupos de personas como a los gentiles, cristianos, judíos
demostrando que su Palabras va más allá de interpretaciones religiosas donde
encarcelan su verdad y esta verdad no puede ser encarcelada, ella va donde
quiere y hace todo lo que Dios quiere que haga, y nunca regresa vacía, sino que
cumple con el propósito para la que fue enviada, más el legalismo es el uso
exclusivo para cuidar la apariencia, viven
en una mentira, solo
apariencia, hipocresía,
porque aparentan bondad, se disfrazan de rectitud, son pura fachada, máscaras, son incapaces en
reconocer que Dios actúa solo a través
de su amor y misericordia en el ser humano y lo lleva a disfrutar de la
salvación sin que sea comprada por algo que hagas o dejes de hacer.
Las personas
legalistas, aparte de creer que todo lo saben, y que siempre tienen la verdad, que son justos, sabios,
santos, infalibles y son incapaces de reconocer cuando Dios está
actuando con su poder en la vida de alguien para ser transformados por su amor,
y se sienten impotentes ante lo que Dios hace a través de otros y no a través
de ellos y entonces emiten juicios como dice Romanos 10: 2, al 4 “Porque yo les doy testimonio de que tienen
celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios,
y procurando establecer la suya propia,
no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”
Estoy
segura que todos debemos luchar por la verdad, que es la que nos da la libertad
de quitarnos las cadenas del legalismo que yo considero que es “El
asesino de la gracia”. Nosotros como creyentes que vivimos bajo la
gracia debemos desenmascarar esa mentira
de satanás con respecto al legalismo guardando el equilibrio para honrar y
poner el nombre de Jesús el alto y defendamos y peleemos los derechos a ser
libres “Estad, pues, firmes en la
libertad con que Cristo nos hizo libres, y no os pongáis otra vez bajo el yugo
de la esclavitud” (Gálatas 5: 1). Por esto hago énfasis que el legalismo es
una actitud (fruto de la carne) que se basa en un código con un único propósito
de exaltarse así mismo, y quiero enumerar cuáles son estos códigos:
1) El legalismo establece normas que
no son sustentadas por la Palabra.
2)
En el corazón del legalista hay ausencia de gracia para sí mismo y hacia los demás.
3) El legalista se ciega hacia sus
faltas y magnifica las falta de otros.
4)
El legalismo jamás conoce el amor
incondicional de Dios por ellos y por los demás.
Ahora
mi pregunta es: ¿Hay algo que pueda hacer
el hombre para ser salvos y ganar el amor de Dios? La respuesta es NO,
solamente somos salvos y amados por el inmenso amor de Dios, y su gracia inmerecida. Una vez que decides aceptar a Jesús
gratuitamente él nos otorga su amor,
aprobación y salvación.
Gálatas
ha sido llamada “La magna carta de la libertad cristiana” ella dice: “Estad firmes en la libertad con que
Cristo nos libertó” Nunca ha habido,
hay o habrá nada que
pueda hacer el hombre para que Dios lo ame menos o más. No tenemos que ¡ganarnos!
el amor de Dios siguiendo como
esclavos ciertas reglas preestablecidas, Dios nos ha brindado su amor
libremente sin condiciones previas, su amor es incondicional para todo aquel
que la quiera recibir sin excepción de raza,
condición, posición, color, status
o religión, su amor está
abierto, solo tienes que recibirlo y creerlo para ser cubierto por él, sin
tener que hacer algo para merecerlo.
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