La mayoría
de las personas incluyendo los cristianos aman exhibir sus frutos para ser
vistos por hombres, y así recibir el reconocimiento de
ellos, lo que llamamos ¡Obras de la carne! Ayunan, oran en las primeras filas, entregan sus jugosas ofrendas o limosnas y lo pregonan en alta voz para obtener el galardón
de hombres y poder recibir elogios y favores de ellos. Más Dios aborrece esto,
si vamos a su Palabra nos dice: “Más tú,
cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres
que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; tu Padre que ve en secreto te
recompensará en público” (Mateo 17, 18). El Señor nos ordenó a guardarnos
de hacer justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de otra
manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. “Más cuando tú des limosna, no sepa tu
izquierda lo que hace tu derecha” (Mateo 6: 3). Cuando des limosna u
ofrenda no hagas tocar trompeta delante de ti, porque de esta manera lo hacen
los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los
hombres; pero el Señor dice; “de cierto os digo que ya tienen su
recompensa”.
Dios está
llamando a sus hijos que testifiquen con su diario vivir, esos frutos
internos que realmente ponen el nombre de Dios en alto y lo glorifican,
tenemos que esforzarnos y trabajar por aquello que Dios quiere cambiar y
rehusamos entregar, producir por aquello
que merece importancia, las altas posiciones todos procuran tener, pero si antes
no eres un obrero para, declarar la
verdad, llevar buenas noticias
a los abatidos, vendar a los
quebrantados de corazón, publicar
libertad a los cautivos, y a
los presos apertura de cárcel, nunca llegarás a ocupar un lugar de
privilegios en el reino de los cielos.
Dios se
complace con aquellos que salen de su comodidad y son humildes en reconocer que
Dios busca a hombres que se atreven a ser valientes en cruzar las fronteras
para proclamar esta verdad absoluta; y a través del Apóstol Pablo en su carta a
Timoteo nos muestra cómo debe ser el comportamiento de un cristiano genuino: “Que
hagas bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos, que
atesoremos buen fundamento para lo por venir, echando mano
a la vida eterna” (1 Timoteo 6: 18, 19). Estos son los frutos internos
que nuestro Señor anhela y desea ver en
cada hijo suyo, y éstos no pueden ser comprados o imitados, ellos solo pueden
ser manifestados cuando hemos conocidos realmente a Dios y hemos sometido
nuestra carne a él, y no creer que los frutos internos son aquellos que nos enorgullecen cuando las personas nos los
ven hacer, servimos con la motivación
incorrecta para recibir la gloria humana y robarle la gloria a Dios,
entonces nos convertimos automáticamente en portadores de solo palabras, donde
no hay vida, porque ellas no llevan el poder del Espíritu Santo, y la palabra sin
ese poder es vacía y muerta. Cuando predicamos sin tener
una vida de testimonio, porque en tu casa estas dando un pésimo ejemplo y no
cumples con las responsabilidades que te corresponden estas impidiendo que
ellos crean y se conviertan al Evangelio, o sirves en tu iglesia para sacar
provecho en lo que haces, y piensen lo mejor de ti, pero realmente Dios está en
la última prioridad de tu vida, y solo logras agradar tu carne recibiendo
alabanza de hombres. Algunos lo hacen para
escalar posiciones, otros para resolver su condición económica o
sentimental, pero jamás el propósito de ellos es Dios, o el dolor por las
almas necesitadas de un refrigerio. ¿Qué es lo que te motiva realmente
a servir?
La Biblia
habla de hacer tesoros en el cielo “Donde el ladrón no hurta, ni la polilla carcome, ni el orín
corrompe”, porque estos tesoros solo Dios tiene el poder
de galardonarlos en el cielo y nadie los podrá arrebatar. Estos frutos internos
son los que te capacitan y entrenan a una verdadera bendición genuina, sin hipocresías, sin mascaras,
guiados por su Espíritu, donde
tu caminar sea igual en la iglesia,
en tu hogar, con tus hijos, en la Universidad, en tu Trabajo, con tus vecinos. El mundo está cansado de cristianos que
predican un cosa y con su actitud dicen otra, hay que tener coherencia en lo
que predicamos y hacemos, debemos vivir lo que decimos, ellos esperan cambios
que los hagan creer y desear tener al Dios transformador que tú tienes.
Cuando el
Señor nos llamó a ser la sal de la tierra en Mateo 5: 13 que dice: “Vosotros
sois la sal de la tierra” se refería a que la sal produce sed, y si la
sal se desvaneciere ¿con qué será salada?,
Dios no quiere que el cristiano pierda esa sal (su unción) para no ser echado y
hollado por los hombres. La sal sazona
lo que está insípido o sea lo que no tiene sabor, cuando la sal no está en tu vida
no hay poder, ni su presencia y por consiguiente no podrás impactar la vidas de
otros en lo que dices y haces, ser ejemplo como Pablo que se atrevió a decir: “Sed
imitadores de mí, como yo de Cristo” decir esto representa una gran
responsabilidad delante de Dios, el hacer que las personas puedan imitar lo que tú
haces y dices, ¿Tú podrías decir lo
mismo? Todo cristiano debe ser luz donde va y alumbrar delante de los
hombres para que vean vuestras buenas obras y ellas glorifiquen a Dios.
Muchas
veces el cristiano quiere operar con
odres viejos dando un pésimo testimonio porque no están sujetos a Dios ni a su
Palabra, no viven de acuerdo a lo que ella dice, en Juan 15:2 dice: “Que todo pámpano que no lleve fruto lo
quitará y todo aquel que lleva fruto lo limpiará, para que lleve más fruto”
por esta razón es necesario limpiarnos
de todo lo que nos contamina y así permanecer en él y desarrollar esos frutos
tan anhelados por Dios, separados de
él nada podemos hacer. Cuando esta Palabra que es la verdad, está en
nosotros y nosotros en Cristo, entonces nada de lo que pidas te será negado y
con toda autoridad reprenderás al devorador de tu vida y también lo podrás
hacer sobre los demás, para que esto suceda es necesario estar injertados en la rama
(Cristo), porque por sí mismo jamás lograrás dar esos frutos internos que agradan a Dios.
Ahora
analicemos detalladamente la carta de Pablo a su discípulo Timoteo para
entenderla y obedecerla y así vivir una vida de acuerdo al propósito de Dios:
QUE HAGAMOS
EL BIEN: primeramente para hacer el bien es necesario
conocer lo que es bueno y distinguir lo malo para separarlo, además reflexionar
acerca de la necesidad de hacer el bien sin esperar nada a cambio, simplemente
en ti tiene que haber el deseo de dar lo mejor para bendecir, aun a sabiendas que no podrán retribuirte el
favor, sea conocido o que no lo
conozcas, Muchas veces la motivación de
hacer estos favores (“) es para sacar algún provecho y eso ya dejaría de ser un
bien, es Como si lo hicieras para el
Señor. Mateo 7:18 dice: “No puede el buen árbol dar frutos malos, ni
el árbol malo dar frutos buenos” No
podrías hacer el bien si en ti está el mal, o todo lo contrario, de la
abundancia de tu corazón de eso mismo darás.
QUE SEAN
RICOS EN BUENAS OBRAS:
En Santiago 1:27 dice: “La
religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” Vemos
que la Palabra es clara, aunque algunos
la tergiversen, pues ella dice que la única manera de llegar a ser ricos en
buenas obras, es cuando hay dolor por aquellos que sufren, por los que están
solo y desamparados,
lo que Dios demanda de ti es que visites a los ancianos que están ávidos de
amor, ir a los albergues de niños porque ellos tiene más hambre de una caricia
que de un plato de comida o un juguete que se daña con el correr del tiempo,
más tu compañía, un abrazo, un beso quedarán impresos
en sus corazones por siempre, ellos están necesitando de tu protección
y cuidado,
solo de esta forma seremos ricos en buenas obras, esas son las cosas que Dios
quiere que en realidad hagan. Y el
guardar que tu vida no se contamine con lo que ofrece el mundo para ser acepto
delante de Dios, “porque el que es amigo
del mundo y sus placeres se constituye enemigo de Dios” porque cuando
intimidamos con el mundo nos convertimos en adúlteros espirituales como lo
dice Santiago 4: 4
DADIVOSOS: Es una
cualidad personal con un espíritu
dador, muestra nobleza,
valor, se esfuerza para dar lo mejor, se desprende fácilmente porque tiene una sensibilidad que lo
mueve a la caridad sin ningún interés, da voluntariamente y gratuitamente
en señal de amor y afecto. Por ello es un don Divino, como dice su Palabra en
Santiago 1:17 “Toda buena dádiva y todo
don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no
hay mudanza, ni sombra de variación”.
Este don
Divino tiene que estar en cada cristiano, que puedas desprenderte de lo que
tienes y lo compartas con el necesitado.
Porque muchas veces ves al hermano, amigo, al familiar pasar por una
necesidad y le dices, ve que Dios te ayude, voy a orar por ti, pudiendo
ayudarle de lo que tienes y te sobra. Si
Dios le permitió llegar a ti, es para
darte la oportunidad de bendecir y ser dadivoso, ya él tenía preparado una
bendición para ti aun mayor de la que pudiste haber dado y te negaste hacerlo.
Pero endureces tu corazón y piensas que si das te quedarás sin nada. Cuando
compartes lo que tienes con el necesitado nunca te serán cerradas las esclusas
de los cielos, además las Escrituras
dicen “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo
volverá a pagar” (Proverbios 19: 17) Aquí Dios se identifica con el pobre como lo manifestó en Mateo 25:31 al 45 ¿sabía usted que dar de
comer al hambriento , dar de beber al sediento, vestir al desnudo, en una
palabra bendecir al necesitado,
tiene garantía de Dios?, él pagará un interés tan alto que superará con mucho
el capital que le hayas prestado.
GENEROSO: Es una
virtud, es la disposición natural e incondicional que tiene una persona para
ayudar y bendecir sin distinciones,
ni discriminaciones. Su
conducta se basa en reconocer las necesidades del prójimo y hace su mejor
esfuerzo a satisfacer la necesidad en sus posibilidades y lo hace con alegría y
satisfacción. Una de las facetas básicas de la generosidad en la apreciación
(aumento en el valor de la moneda) no mira el valor del dinero en lo que posee,
esto significa que no le pone precio a sus favores, en Proverbio 11: 25 dice: “El
alma generosa será prosperada; y el
que saciare, él también será saciado” e Isaías 32:8 dice: “Pero el generoso pensará generosidades, y por su
generosidad será exaltado”
La
generosidad nunca será un fruto externo, porque la naturaleza humana siempre
quiere atesorar, jamás será suficiente para saciar su vida, entre más tiene más
quiere, la generosidad no puede ser imitada como lo dije anteriormente tu carne
jamás la producirá. La persona ruin nunca es generosa, siempre retiene todo
para él, lastimosamente ésta es la condición de la carne. Más cuando tienes el
fruto de la generosidad es lo contrario, entre más des, más querrás dar y como
consecuencia mucho más tendrás. Cuando Dios te pide que des algo, es
porque ya ha determinado una bendición inimaginable, que tú serás el más
sorprendido y entonces con toda propiedad podrás decir: ¡Más bienaventurado es dar que
recibir! En 2 Corintios 9: 6
Dice: “El que siembra generosamente,
generosamente segará; pero también el que siembre escasamente, escasamente,
escasamente segará”
QUE
ATESOREMOS EL BUEN FUNDAMENTO PARA LO POR VENIR:
Como lo describe Corintios 9: 6 que si atesoramos el buen fundamento estaremos asegurando las bendiciones
por toda una eternidad o sea es el fundamento
para garantizar tu futuro eterno. Porque todo lo que hagas, todo lo que siembres hoy en cada persona, o en
el Reino de Dios para que crezca y muchas almas sean salvas estarás sembrando en un lugar muy especial
donde se te retribuirá aquí en la tierra y en la eternidad. Pero no solo en lo material, también debes ofrendar
lo mejor que hay en ti. Y mi consejo es que no lo hagas con tristeza o por compromiso,
porque Dios ama al dador alegre, el que se despoja fácilmente de igual manera
recibirá.
Cuando
sembramos tiempo de amor en nuestros hijos, esposas (o), en los padres, estamos
abonando para hacer fértil nuestra tierra, para que el día de
mañana, cuando seas anciano, hayas podido cosechar, amor, el tiempo que compartiste cuando ellos estaban enfermos, los sacrificios,
las tanta veces que te negaste para
brindarles lo mejor. Porque quiero decirte algo, algún día envejecerás
y que tristeza sentirás al morir solo sin tener a nadie que te de un consuelo y
un poco de amor. Usted no puede sembrar
mangos y cosechar manzanas.
Si no
atesoramos cosas buenas para lo por venir terminaremos solos, abandonados,
sin dinero tal vez, porque no
quisiste desarrollar el fruto de atesorar para el mañana, como lo ordenó Jesús “Con la misma medida que mides hoy, serás
medido en el futuro”
ECHANDO
MANO A LA VIDA ETERNA: La vida eterna es la
participación sin fin de la vida divina. La mayoría de las personas creen que
la vida eterna es la que sucede a
nuestra alma después que el cuerpo muere, muchos desconocen lo que realmente es,
y que lo sabrá cuando muera. Pero si esperan saberlo hasta que mueran ya irán
tarde y les puede suceder lo que le sucedió al hombre rico en Lucas 16: 19 al
31. Dios quiere que sepan que es la vida
eterna y la reciban no hasta que mueran, sino desde hoy, como Jesús lo
manifestó en Juan 17: 3 “Y esta es la
vida eterna: Que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado”. El significado de vida eterna es eterno, como dice 2
Corintios 4: 18 dice: “No mirando
nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las cosas que no se ven son eterna”
Porque
nuestra morada, este cuerpo se muere y se deshace, por tanto no desmayemos en
alcanzar para la vida eterna, porque nuestro hombre exterior se va desgastando,
el interior no obstante se renueva día a día para vivir eternamente con Cristo
en esa nueva tierra.
Pero
lamentablemente estamos sembrando para darle gusto a esta carne, que al final
nos conduce a la muerte, porque el agradar a la carne trae consecuencia y
pensamos o creemos que nunca tendremos que comparecer ante el Tribunal de
Cristo. Para que cada uno reciba según lo
que ha hecho mientras estaba en su cuerpo (Fruto Externo) sea bueno o malo. El día que
partamos de esta tierra nada nos llevaremos, desnudos vinimos y de igual manera
así retornaremos.
Cuando desconoces
lo que significa la eternidad echas mano a lo terrenal, vives de cualquier
manera porque piensas que no habrá vida
después de la muerte, y la tienes que disfrutar al máximo, que solo aquí tendrás tu galardón, pero cuando estás
consiente que la vida eterna es mucho más, que tienes que alinearte a la verdad
de Dios y sembrar para toda una vida y
recibir el galardón eterno, que son los regalos, las dádivas que no añadirán tristeza, y nadie no las
podrá arrebatar, ni se oxidarán, son inimaginables, cosas que ojo no vio, ni
oído escucho, entonces la perspectiva de la vida eterna y tu vida toma otro
giro y procuras vivirla de acuerdo a sus estatutos que no es más que el gobierno de Dios para el hombre,
solo cuando siembras para vida eterna, que son los frutos internos (Los
Espirituales) arrebatarás esa corona incorruptible, porque echaste mano para
alcanzar esa vida eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario