4. UN SACRIFICIO FINAL Y DEFINITIVO



El libro de Isaías hace referencia sobre Jesús, un siervo que murió por un propósito muy específico y mediante sus heridas y muerte, logró una victoria que no sólo la obtuvo él, sino que  alcanzó  a toda una humanidad que estaba destinada a vivir separada de Dios y a la muerte eterna como consecuencia del pecado. En su sacrificio (La muerte) hizo posible que el futuro del hombre que estaba destinado a ser destruido y perdido, fuera restaurado por su amor a nosotros.

Hoy gracias a ese sacrificio todos tenemos acceso libre para entrar al trono de la gracia, así como un hijo entra a la casa de su padre confiadamente, pero la condición para entrar con esa libertad y esa confianza es: creer, obedecer, y para todos aquellos sedientos de Dios y los que deseen restaurar sus vidas para encontrar esas aguas de vida, y vengan a comprar gratuitamente, o sea sin dinero y sin precio, esa libertad, porque la salvación, la paz, la sanidad y el ser provistos por él, no tiene ningún precio, ya Jesús la pagó en tu lugar, ahora solo tienes que apropiarte de ella para hacerla una realidad.

El hombre de hoy vive intentando comprar la eternidad por medio de sacrificios, porque piensa que la salvación se logra por obras que se hagan. Luchan y se estresan por adquirir el dinero, la paz, el poder a cualquier precio. Hoy Dios está llamando a las personas a un arrepentimiento genuino y verdadero que no se basa en sacrificios hecho por ellos, sino como antes dijimos, por lo que Jesús ya hizo en la cruz, Dios fue explícito en Isaías 1: 11, 14 “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. No me traigas más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna llena y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidades vuestras ofrendas solemnes, las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas El Señor no pudo ser más claro de lo que realmente está demandando del hombre, lo que él anhela y demanda es que lo amemos, le obedezcamos y anhelemos, que podamos valorar lo que por amor hizo hace más de 2013 años  por toda la humanidad.

Lo que Dios  busca son personas que se arrepientan y se humillen aceptando ese sacrificio de su Hijo Jesús, y así catapultar al hombre a otras esferas espirituales y dice: Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo; aprended hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueran como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojo  como el carmesí, vendrá a ser como blanca lana. Si quisiereis y  oyereis, comeréis el bien de la tierra” (1: 16, 19). Esto nos muestra muy contundentemente que lo único que nos garantiza la bendición y el bien mientras transitemos en esta tierra, es el que nos lavemos, limpiemos, y quitemos la iniquidad de nuestras malas obras delante de Dios. Sepultando la antigua vida de maldad y para hacer el bien sin importar a quien se haga, así no te lo puede retribuir, para esto le es necesario al hombre querer y oír los preceptos de Dios, para que los pecados sean borrados.

No olvidando que su misericordia es gratuita Como lo dice Isaías 55: 1 “A todos los sedientos: venid a las aguas; y a todos los que no tienen dinero, venid y comprad comed. Venid, comprar sin dinero y sin precio, vino y leche”. Que grandísimas promesas encontramos en su Palabras, y lo maravilloso es que no necesitamos dinero para adquirir todas estas bendiciones como son la  salud, la paz, la esperanza, la fe y sobre todo la vida eterna, porque ya alguien hace muchos años la compro para ti, (JESÚS).

En el libro de Isaías 55: 3 Se nos hace una pregunta que todos deberíamos responder a la luz de la Palabra con transparencia e integridad posible y dice: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” Pero el hombre insensato no oye a Dios, y vive de cualquier manera, porque no escudriña la Palabra de Dios e ignora todas las promesas maravillosas allí escritas, que Dios ya de antemano estableció para que el hombre se deleite y se sacie. Cuando las personas desconocen estos derechos entonces violan las leyes de Dios viviendo de cualquier manera, gastando su dinero en lo que no es provechoso y su trabajo en lo no que sacia, debemos concientizarnos que los ojos del hombre nunca se sacian de ver ni su oído de oír, porque su codicia los hace infelices, entre más tienen más quieren, sin reconocer que ese vacío existente solo lo puede llenar Jesús, cuando le permites entronarse en tu corazón.

En la medida que el mundo evoluciona cada generación que se levanta los vemos alejarse de Dios, sus principios y valores se van perdiendo y no son tomados en cuenta, por esta razón luchan sus batallas en sus fuerzas para adquirir lo que el mundo hoy busca, como son: el poder, la autoridad, la libertad financiera y no se detienen para recapacitar de qué manera lo están haciendo, sin el temor a Dios en lo que hacen.
Amado hermano y amigo estamos viviendo tiempos difíciles, donde cada día se incrementa el pecado, la violencia, las catástrofes, las hambrunas y las guerras, más antes no fue así, porque inicialmente el hombre que Dios creo está muy lejos de serlo hoy, el Señor nos creó a su imagen y semejanza, en un  mundo donde no había pecado, ni destrucción, él quería que viviéramos en un mundo que funcionara perfecto como lo es él, ¡Un Dios perfecto! Y en todo lo que él hace no hay falla, ni error alguno.

Dios anhela un cambio en el ser humano para poder direccionar su vida y pueda así derramar sus bendiciones y que no haya estorbo, porque lo único que limita a Dios para bendecir al hombre ¡Es el mismo hombre! En Isaías 55: 6 dice: “Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” para aquel que camina derecho y hace justicia, solo para ellos se cumplirá estas promesas. Hoy la puerta no se ha cerrado, todavía está cerca su salvación, y Dios lo llama bienaventurado el que abraza esta verdad y no la viola porque lo guardará de todo mal, y por muy torpe que sea nunca tropezará.

Más no así los malos, los que aborrecen hacer el bien, los que han despreciado ese sacrificio tan grande tendrán su recompensa, (Horrenda cosa es caer en manos del  Dios vivo), por mucho que prolonguen su maldad algún día comerán de ella, porque uno recibe lo que ha sembrado, y esa ley de Dios no puede caer al suelo, entonces el Señor les dice: “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera tu paz como un rio, y tu justicia como las ondas del mar, fuera como la arena tu descendencia” Lastimosamente el impío no entiende esto, sus ojos están vendados para ver una salvación tan grande, pues satanás les ha enceguecido sus ojos, para que teniendo ojos no vean, y teniendo oídos no oigan y sean condenados y no bendecidos. 

La Biblia describe el triste destino final de los malos ¡No hay paz para los malos! Pero Dios quiere deshacer como nubes tus rebeliones, y como nieblas tus pecados (isaias 44:22): esto solo se hará efectivo cuando tomas la sabia decisión de volverte a tu creador y Dios, entonces él irá delante de ti y enderezaré los lugares torcidos, quebrantaré puertas de bronce y cerrojos de hierro hare pedazos;  y aun añade que te dará los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que él es Jehová el Dios de Israel y tu Dios, y que no hay Dios fuera de él, aunque tú no lo conozcas, fueron sus ojos los que primero vieron tu embrión(salmo 139:16),  porque con amor eterno te ha amado, y te formó desde el vientre  para separarte para él y lo ames, lo alabes, le obedezcas y le sirvas.
¡Aleluya!

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