El libro de Isaías hace referencia sobre Jesús, un siervo que
murió por un propósito muy específico y mediante sus heridas y muerte, logró
una victoria que no sólo la obtuvo él, sino que
alcanzó a toda una humanidad que
estaba destinada a vivir separada de Dios y a la muerte eterna como consecuencia
del pecado. En su sacrificio (La muerte) hizo posible que el
futuro del hombre que estaba destinado a ser destruido y perdido, fuera
restaurado por su amor a nosotros.
Hoy gracias a ese sacrificio todos tenemos acceso libre para
entrar al trono de la gracia, así como un hijo entra a la casa de su padre confiadamente,
pero la condición para entrar con esa libertad y esa confianza es: creer,
obedecer,
y para todos aquellos sedientos de Dios y los que deseen restaurar
sus vidas para encontrar esas aguas de vida, y vengan a comprar
gratuitamente, o sea sin dinero
y sin precio, esa libertad, porque
la salvación, la paz, la sanidad y el ser provistos
por él, no tiene ningún precio, ya Jesús la pagó en tu lugar, ahora
solo tienes que apropiarte de ella para hacerla una realidad.
El hombre de hoy vive intentando comprar la eternidad por
medio de sacrificios, porque piensa que la salvación se logra por obras que se
hagan. Luchan y se estresan por adquirir el
dinero, la paz, el poder a cualquier precio. Hoy
Dios está llamando a las personas a un arrepentimiento genuino y verdadero que
no se basa en sacrificios hecho por ellos, sino como antes dijimos, por lo que
Jesús ya hizo en la cruz, Dios fue explícito en Isaías 1: 11, 14 “¿Para
qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado
estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre
de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. No me traigas más vana
ofrenda; el incienso me es abominación; luna llena y día de reposo, el convocar
asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidades vuestras ofrendas solemnes, las
tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas” El Señor no pudo ser más claro de
lo que realmente está demandando del hombre, lo que él anhela y demanda es que
lo amemos,
le obedezcamos
y anhelemos,
que podamos valorar lo que por amor hizo hace más de 2013 años por toda la humanidad.
Lo que Dios busca son
personas que se arrepientan y
se humillen aceptando ese
sacrificio de su Hijo Jesús, y así catapultar al hombre a otras esferas
espirituales y dice: “Lavaos y limpiaos; quitad la
iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo;
aprended hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced
justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego dice Jehová, y estemos a
cuenta: si vuestros pecados fueran como la grana, como la nieve serán emblanquecidos;
si fueren rojo como el carmesí, vendrá a
ser como blanca lana. Si quisiereis
y oyereis,
comeréis el bien de la tierra” (1: 16, 19). Esto nos muestra muy
contundentemente que lo único que nos garantiza la bendición y el bien mientras
transitemos en esta tierra, es el que nos lavemos,
limpiemos, y quitemos la iniquidad de nuestras
malas obras delante de Dios. Sepultando la antigua vida de maldad y para hacer
el bien sin importar a quien se haga, así no te lo puede retribuir, para esto
le es necesario al hombre querer
y oír los preceptos de Dios,
para que los pecados sean borrados.
No olvidando que su misericordia es gratuita Como lo dice
Isaías 55: 1 “A todos los sedientos:
venid a las aguas; y a todos los que no tienen dinero, venid y comprad
comed. Venid, comprar sin dinero y sin precio, vino y leche”. Que
grandísimas promesas encontramos en su Palabras, y lo maravilloso es que no
necesitamos dinero para adquirir todas estas bendiciones como son la salud, la paz, la esperanza,
la fe
y sobre todo la vida eterna, porque ya alguien
hace muchos años la compro para ti, (JESÚS).
En el libro de Isaías 55: 3 Se nos hace una pregunta que
todos deberíamos responder a la luz de la Palabra con transparencia e
integridad posible y dice: “¿Por qué
gastáis el dinero en lo que no es pan, vuestro trabajo en lo que no sacia?
Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura”
Pero el hombre insensato no oye a Dios, y vive de cualquier manera, porque no
escudriña la Palabra de Dios e ignora todas las promesas maravillosas allí
escritas, que Dios ya de antemano estableció para que el hombre se deleite y se sacie. Cuando las
personas desconocen estos derechos entonces violan las leyes de Dios viviendo
de cualquier manera, gastando su dinero en lo que no es provechoso y su trabajo
en lo no que sacia, debemos concientizarnos que los ojos del hombre nunca se sacian de ver ni su oído de oír,
porque su codicia los hace infelices, entre más tienen más quieren, sin
reconocer que ese vacío existente solo lo puede llenar Jesús, cuando le
permites entronarse en tu corazón.
En la medida que el mundo evoluciona cada generación que se
levanta los vemos alejarse de Dios, sus principios y valores se van perdiendo y
no son tomados en cuenta, por esta razón luchan sus batallas en sus fuerzas
para adquirir lo que el mundo hoy busca, como son: el poder, la
autoridad, la libertad
financiera y no se detienen para recapacitar de qué manera lo están
haciendo, sin el temor a Dios en lo que hacen.
Amado hermano y amigo estamos viviendo tiempos difíciles,
donde cada día se incrementa el pecado, la violencia, las
catástrofes, las hambrunas y las guerras, más antes no
fue así, porque inicialmente el hombre que Dios creo está muy lejos de serlo hoy,
el Señor nos creó a su imagen y semejanza, en un mundo donde no había pecado, ni destrucción,
él quería que viviéramos en un mundo que funcionara perfecto como lo es él, ¡Un
Dios perfecto! Y en todo lo que él hace no hay falla, ni error alguno.
Dios anhela un cambio en el ser humano para poder direccionar
su vida y pueda así derramar sus bendiciones y que no haya estorbo, porque lo
único que limita a Dios para bendecir al hombre ¡Es el mismo hombre! En
Isaías 55: 6 dice: “Buscad a Jehová
mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el
impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a
Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será
amplio en perdonar” para aquel que camina derecho y hace justicia, solo
para ellos se cumplirá estas promesas. Hoy la puerta no se ha cerrado, todavía
está cerca su salvación, y Dios lo llama bienaventurado el que abraza esta
verdad y no la viola porque lo guardará de todo mal, y por muy torpe que sea
nunca tropezará.
Más no así los malos, los que aborrecen hacer el bien, los
que han despreciado ese sacrificio tan grande tendrán su recompensa, (Horrenda
cosa es caer en manos del Dios vivo),
por mucho que prolonguen su maldad algún día comerán de ella, porque uno recibe
lo que ha sembrado, y esa ley de Dios no puede caer al suelo, entonces el Señor
les dice: “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera tu paz como un
rio, y tu justicia como las ondas del mar, fuera como la arena tu descendencia”
Lastimosamente el impío no entiende esto, sus ojos están vendados para
ver una salvación tan grande, pues satanás les ha enceguecido sus ojos, para
que teniendo ojos no vean, y teniendo oídos no oigan y sean condenados y no
bendecidos.
La Biblia describe el triste destino final de los malos ¡No
hay paz para los malos! Pero Dios quiere deshacer como nubes tus
rebeliones, y como nieblas tus pecados (isaias 44:22): esto solo se hará
efectivo cuando tomas la sabia decisión de volverte a tu creador y Dios,
entonces él irá delante de ti y enderezaré los lugares torcidos, quebrantaré
puertas de bronce y cerrojos de hierro hare pedazos; y aun añade que te dará los tesoros escondidos,
y los secretos muy guardados, para que sepas que él es Jehová el Dios de Israel
y tu Dios, y que no hay Dios fuera de él, aunque tú no lo conozcas, fueron sus ojos los que primero vieron tu embrión(salmo 139:16), porque con amor eterno te ha amado, y te formó
desde el vientre para separarte para él
y lo ames, lo alabes, le obedezcas y le
sirvas.
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