8. EL VALOR DE UN HIJO DE DIOS



En el libro de Jueces encontramos personas valientes, esforzadas y especiales que enfrentaron y vencieron sus enemigos en circunstancias difíciles, porque depositaron su fe y confianza en Dios.  Conocemos la historia de Débora quien fue la única mujer gobernante en Jueces, y sin lugar a dudas se ganó el respeto incuestionable de su pueblo.

También El Juez Gedeón logró una sorprendente victoria en medio de la noche, su grupo de guerreros confundió con ruidos y luces a los soldados enemigos, estos se hirieron unos a otros y huyeron en la oscuridad. Pero en Jueces hay alguien que se destacó y nunca perdió la fuerza que Dios Jehová había depositado en él, y nunca perdió el valor de ser  hijo de Dios. Y este  juez noveno (9) fue Jefté.

Este héroe dice las Escrituras que era esforzado y valiente y confiaba firmemente en Dios; supo lo que Dios había depositado en él; a pesar de ser hijo de una mujer ramera no lo hizo sentir menos, siempre tuvo el conocimiento que Dios lo tenía en grande estima y para grandes cosas.  Jefté vivió con su padre y sus medios hermanos, ellos vivían el Israel y pertenecían a un pueblo especial y amado por Dios, por esta razón Jefté no se sentía diferente, ni menos amado por Dios que a ellos.

La historia no cuenta los detalles del por qué su madre le entregó, razón por la cual Jefté creció con sus medios hermanos que siempre marcaron diferencia entre él y ellos. Cuando crecieron sus medios hermanos, vieron en él un hombre con un gran potencial, Dios estaba con Jefté y esto causó miedo y envidia, ellos se  sentirían amenazados por él.  Entonces vinieron a él y lo corrieron de su casa, una casa que por derecho le pertenecía, porque era de su padre. Más ellos violaron sus derechos y le dijeron, no heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer, no lo consideraban digno de heredar con ellos, sentían vergüenza de su hermano por ser hijo de una mujer de baja reputación, y lo expulsaron de sus vidas y  de la vida de su padre.

Este padre infortunadamente aceptó la decisión  de ellos, sin importar la injusticia que estaban cometiendo con él o las consecuencias que acarrearía esta decisión. No tomó en cuenta que Jefté también era su hijo independientemente de quien era su madre. La Biblia no cuenta pero imagino que  fue un tiempo muy difícil para él, de tristeza al ser rechazado, avergonzado y despreciado. Un hijo siempre espera lo mejor de un padre que le dé: Amor, protección y Provisión. Jefté  sintió desilusión de sus hermanos y lo más doloroso de un padre que lo abandonó a su suerte.  Huyó, pues, Jefté de sus hermanos y de su padre que no tuvo el carácter y el amor suficiente para revocar esa decisión y defender los derechos de su hijo que estaban siendo violados.  Al actuar así de esta manera aún su padre le estaba dando la espalda.

Pero Jefté tenía su identidad bien clara y sabía el valor que tenía delante de Dios, conocía que tenía un Dios de amor, misericordia y de justicia  que no lo abandonaría en ese momento tan duro, Dios mismo tomaría el control y le haría justicia. El Salmo 27: 10 dice: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” Jefté había sido rechazado primero por su madre que lo abandono a su destino, y luego por un padre que lo ignoró siendo indiferente a la decisión que había tomado sus hijos, lo dejo solo en el momento que Jefté necesito de su mano ayuda, más él siguió adelante sin derrumbarse, Jefté sabia en quien había confiado y creído.

La Biblia cuenta que Jefté habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales imagino estaban en la misma condición de él.  Hombres lastimados, rechazados, menospreciados, heridos, sin esperanzas, sin futuro y sin hogares, buscando una oportunidad para salir de esa condición. La vida de Jefté sería muy difícil, saldría de su casa sin dinero, ni destino y despreciado por su familia (“).  Aunque la Biblia no diga nada con respecto a esto, porque Jefté nunca manifestó como se sintió, él guardaba silencio, y confió en el único que podía confiar, creer y esperar.

El Salmo 37: 25 dice: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan Dios está cerca a los quebrantados de corazón, de los que sufren, lloran y padecen injusticia. Este líder se sobrepone a la adversidad, él no vio los gigantes, nada podía impedir que saliera adelante.  Porque el propósito que tenía Dios con este varón, ni el mismo infierno lo estorbaría.

Jefté se convirtió en líder de estos ociosos y aventureros.  Estos amigos le han de haber ayudado a comprender lo especial que era él para ellos  En la soledad y el abandono conoció y entendió que el amor de Dios es incomparable, no tiene errores, no falla, porque él es la única persona que nos ama con un amor perfecto. Jefté sintió cuán importante era para su Padre Celestial, aunque sus padres terrenales lo había desechado, Dios tenía un plan y propósito específico para él y con su ayuda el tendría la victoria y todos lo verían. Dios no mira lo externo ni las apariencias, Dios no vio que Jefté era hijo de una mujer ramera, Dios miro la grandeza de su corazón como dice 1 Corintios 1: 28 “Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios para avergonzar a lo fuerte”.

Jefté por sus  fortalezas debió  haber sido conocido a través de la tierra de Tob, por sus habilidades, valor y liderazgo.  Esta fama de guerrero, fuerte y valiente debió haber llegado a su pueblo Israel y a sus hermanos.  La Biblia relata que pasado el tiempo los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel y ellos se sintieron amenazados y atemorizados por los amonitas que eran grupos de guerrilleros malos, y ninguno de ellos estaba preparado para enfrentar esos enemigos de tan gran envergadura.

Ellos se sintieron amenazados, en peligro y que necesitaban ayuda para poder vencer a estos amonitas que representaban un gran peligro. Y fue entonces que se acordaron de la fama de Jefté y fueron a buscarlo hasta la tierra de Tob.  Y le dijeron: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.  Más Jefté que conocía perfectamente el corazón de ellos y sabia de lo que eran capaces, le responde: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? Que nobleza la de este hombre aún lo consideraba su padre, ¿Por qué, pues, venís ahora a mi cuando están en aflicción?  Jefté pudo tomar la decisión de rechazarlos y dejar que fueran derrotados por sus enemigos, pero el amor de Jefté  pasaba por encima de la maldad y el egoísmo de ellos y este amor lo llevó a que el Pueblo de Israel reconociera que había actuado injustamente, y puso como condición que si regresaba con ellos, sería su caudillo (Cabecilla o líder) de Israel.

Jefté no confiaba que le estuviesen hablando con la verdad, tenía más que motivos suficiente para desconfiar, conocía el corazón de ellos, y les vuelve a preguntar: Si me hicieres volver para que pelee y ¡Jehová los entregue delante de mí¿Seré yo vuestro caudillo? Él tenía en cuenta a Dios, y le daba la gloria en todo. Y ellos respondieron: Jehová sea testigo entre nosotros, sino hiciéremos como tú dices.

Algo de admirar e imitar de Jefté, era que nada hacía sin consultar a Dios y le obedecía “Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová” Le consultó a Dios y el Señor le dio el discernimiento y la orden que debía que pelear la batalla.  Con esta batalla quitaría Jefté el oprobio que tenía delante de sus hermanos y delante de Israel. También tenía el don de la prudencia y  justicia trató de evitar esta guerra y envía mensaje al rey de los Amonitas y le pregunta: ¿Por qué estaba atacando a los Israelitas? Entonces el rey le responde, que muchos años atrás este pueblo había pasado por su tierra y se las habían quitado.  Pero Jefté que estudiaba la historia de su pueblo, porque era un hombre de búsqueda y de relación con Dios, Jefté  era diligente, estaba enterado como habían sucedido las cosas exactamente, no se dejaba engañar por el enemigo.  Esto nos enseña que debemos leer las Escrituras y estar firmes para así desenmascarar al enemigo y derrotarlo.

Jefté desmiente al rey de los Amonitas, y le dice: Jueces 11: 15 “Israel no tomó tierra de Moab, porque cuando Israel subió de Egipto, anduvo por él, desierto, envió mensajeros al rey de Edom  para que dejara pasar, pero no lo escuchó.  Pero Jehová Dios entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel” y lo desmintió. Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó al Amorreo delante de su pueblo Israel ¿Pretendes tú apoderarte de él?.

La guerra se desató, más el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté y le ayudó a vencer la batalla.  El pueblo de Dios destruyó a 20 pueblos, fue una victoria total.  Como se le había prometido Jefté, fue líder de Israel por Seis (6) años.

De toda esta historia lo admirable de este hombre que pudiendo escoger ser un hombre amargado, resentido y derrotado decidió ser fuerte, perdonador  y misericordioso, él tenía el ADN de grandeza de su Dios, y a pesar de todos sus sufrimientos no se apartó de Dios, sino   que todas estas adversidades lo hicieron aún más fuerte.  Las pruebas que Dios permite que ocurran en tu vida no son para destruirnos, sino para fortalecernos y madurarnos si aceptamos su perfecta voluntad.  De ti dependerá cuál será el resultado.  Él perdonó a su padre y a sus hermanos, dependió de Dios en todo y el Señor le ayudó, lo levantó y le dio la victoria. Este era el propósito de Dios para él, que fuera reconocido por sus enemigos y llegara a ser juez Noveno (9) de Israel.
La vida de Jefté nos deja una enseñanza enriquecedora:

1) El ser despreciado, rechazado o avergonzado, no impedirá que las bendiciones de Dios te alcancen, no te veas como los otros te ven,  ni cómo te veas tú, mírate como Dios te ve.

2) Las circunstancias que vives hoy o las maldiciones generacionales que haya venido arrastrando de tus antepasados no te alcanzarán si  Dios tiene depositado una semilla de triunfos y victorias para ti.  Solo nosotros mismos somos los únicos que impedimos que eso se cumpla.  Tú no eres lo que las personas dicen que eres, ni de lo que crees tú que eresTú, eres lo que dice Dios: La niña de sus ojos, su especial tesoro, nación santa, pueblo escogido por él.

3) Nunca te apartes del consejo de Dios porque en él está la sabiduría, la ciencia y la habilidad y te será transferida para que derrotes a tus enemigos, si no guardas rencores u odios.

4) Y último, tus enemigos vendrán a ti  y te exaltarán, porque reconocerán que eres una persona valiente y esforzada y que tu Dios está contigo como poderosos gigante, y te ha dado el poder para hacer obras asombrosas, maravillas, portentos y prodigios, que ojo no vio ni oído escucho, y ellos mismo te mandarán a llamar y pondrán por cabeza y no por cola, aún por encima de ellos. Dios hace todas esas cosas cuando nos rendimos y nos despojamos de nuestra humanidad, y le permitimos pelear nuestras batallas, como dice su Palabra “No es nuestra la guerra,  sino de él”

Estas cuatro (4) virtudes le permitieron a Jefté obtener la victoria total ante sus enemigos. Hasta para amar, buscar y agradar a Dios se necesita sabiduría e instrucción Divina, porque a veces lo queremos amar a nuestra manera, y creemos satisfacer el corazón de Dios y en realidad estamos muy lejos de lograrlo, porque  hacemos nuestra voluntad por encima de la de él.

Lo qué identifico a Jefté como un líder fue:
a) Conoció  cuál era el propósito de Dios para su vida, y en lo que hizo fue el mejor, así los demás lo menospreciaran,  se destacó y Dios le dio  un valor extraordinario.

b) Tuvo claro de dónde venía y lo que anhelaba alcanzar. Quitar el oprobio delante de sus hermanos y del su pueblo Israel y por eso se unió con las personas indicadas, en el lugar indicado, a la hora indicada, haciendo lo indicado para llevar el nombre de Dios en alto.

c) Se revistió de autoridad y tuvo el suficiente  carácter para ganarse el respeto y la admiración que quienes lo siguieron y lo imitaron en su valor, en la fuerza para derribar el mal. Él  reflejaba  el corazón de Dios.

d) Nunca se amilanó, ni retrocedió ante el primer obstáculo, sino que supo que nunca fue en sus fuerzas, sino en las de Dios y el Señor le entregó esa victoria tan anhelada y tan difícil de tener.

e) Tuvo la capacidad de influenciar a las personas, para  bien, porque también pudo hacerlo para mal, fue cuidadoso en todo y lo pasó por el filtro del Señor para ser dirigido por él, y no abusó de su liderazgo, como lo hizo Hitler que fue un líder para no imitar, porque hizo mucho daño a la humanidad. Él fue bendición para aquellos que lo rodearon, siempre dio lo mejor.

¿Cómo llego a ser un líder valiente y esforzado?  En primera instancia y desde mi perspectiva como cristiana:

1) Necesito  rendirme y depender de Dios totalmente.
2) Buscar el crecimiento espiritual y personal
3) La obediencia y el sometimiento nos guiaran a la verdad
4) Cambiando nuestra mentalidad, conocer que nacimos para vencer, porque ese potencial lo depositó el Señor en nosotros antes de nuestro nacimiento. Él nos hizo más que vencedores.

Jefté a pesar del sufrimiento y las circunstancia no perdió los elementos claves como el de ser esforzado, valiente, tener una visión clara y creer que era alguien muy especial para Dios,  por el contrario los fortaleció sintiéndose todo un hijo de Dios, que tenía un propósito que cumplir. Que esa puerta que  Satanás le había cerrado, su Dios era tan poderoso para abrirle las esclusas de los cielos. Por este motivo usted no se desanime cuando aparentemente vea que una puerta le sea cerrada por satanás, porque por ahí no está su bendición, mi Dios tendrá una nueva puerta por abrir, con mucha más bendición que la que se cerró.  Atrévase a creerle a él.

Un líder en el plano secular o eclesial, no busca auto promocionarse para ser reconocido en lo que hace.  Ser líder es algo que se evidencia por sus frutos: como habla, como afronta las adversidades, como actúa en su vida diaria y por su capacidad de entregar lo mejor para el bienestar de aquellos que han depositado su confianza en usted, porque todo lo que haces, lo haces como para Dios. Jamás pasas por encima de alguien, para su propio provecho, y es capaz de soportar y amar sin cansarse de los débiles, para ayudarlos a crecer, y por último hablará siempre la verdad, y la verdad es “JESÚS”

Cuando Dios te encargue a liderar, hazlo con excelencia para que tengas la aprobación de Dios y la de los hombres, y él te dará honra y honor, y todos tendrán que decir: Que tu Dios es poderoso y nada es imposible para él.
¡Aleluya!

PAGINA PRINCIPAL

1 comentario: