En el libro de Jueces encontramos personas valientes,
esforzadas y especiales que enfrentaron y vencieron sus enemigos en
circunstancias difíciles, porque depositaron su fe y confianza en Dios. Conocemos la historia de Débora quien fue la
única mujer gobernante en Jueces, y sin lugar a dudas se ganó el respeto
incuestionable de su pueblo.
También El Juez Gedeón logró una sorprendente victoria en
medio de la noche, su grupo de guerreros confundió con ruidos y luces a los
soldados enemigos, estos se hirieron unos a otros y huyeron en la oscuridad.
Pero en Jueces hay alguien que se destacó y nunca perdió la fuerza que Dios
Jehová había depositado en él, y nunca
perdió el valor de ser hijo de Dios.
Y este juez noveno (9) fue Jefté.
Este héroe dice las Escrituras que era esforzado y valiente y
confiaba firmemente en Dios; supo lo que Dios había depositado en él; a pesar de
ser hijo de una mujer ramera no lo hizo sentir menos, siempre tuvo el
conocimiento que Dios lo tenía en
grande estima y para grandes cosas.
Jefté vivió con su padre y sus medios hermanos, ellos vivían el Israel y
pertenecían a un pueblo especial y amado por Dios, por esta razón Jefté
no se sentía diferente, ni menos amado por Dios que a ellos.
La historia no cuenta los detalles del por qué su madre le
entregó, razón por la cual Jefté creció con sus medios hermanos que siempre
marcaron diferencia entre él y ellos. Cuando crecieron sus medios hermanos,
vieron en él un hombre con un gran potencial, Dios estaba con Jefté y esto causó miedo y envidia, ellos se
sentirían amenazados por él. Entonces vinieron a él y lo corrieron de su
casa, una casa que por derecho le pertenecía, porque era de su padre. Más ellos
violaron sus derechos y le dijeron, no heredarás en la casa de nuestro padre,
porque eres hijo de otra mujer, no lo consideraban digno de heredar con ellos, sentían
vergüenza de su hermano por ser hijo de una mujer de baja reputación, y lo
expulsaron de sus vidas y de la vida de su
padre.
Este padre infortunadamente aceptó la decisión de ellos, sin importar la injusticia que
estaban cometiendo con él o las consecuencias que acarrearía esta decisión. No
tomó en cuenta que Jefté también era su hijo independientemente de quien era su
madre. La Biblia no cuenta pero imagino que fue un tiempo muy difícil para él, de tristeza
al ser rechazado, avergonzado y despreciado. Un hijo siempre
espera lo mejor de un padre que le dé: Amor, protección y Provisión.
Jefté sintió desilusión de sus hermanos
y lo más doloroso de un padre que lo abandonó a su suerte. Huyó, pues, Jefté de sus hermanos y de su
padre que no tuvo el carácter y el amor suficiente para revocar esa decisión y
defender los derechos de su hijo que estaban siendo violados. Al actuar así de esta manera aún su padre le
estaba dando la espalda.
Pero Jefté tenía su identidad bien clara y sabía el valor que
tenía delante de Dios, conocía que tenía un Dios de amor, misericordia
y de justicia que no lo abandonaría en ese momento tan
duro, Dios mismo tomaría el control y le haría justicia. El Salmo 27: 10 dice: “Aunque
mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” Jefté
había sido rechazado primero por su madre que lo abandono a su destino, y luego
por un padre que lo ignoró siendo indiferente a la decisión que había tomado
sus hijos, lo dejo solo en el momento que Jefté necesito de su mano ayuda, más
él siguió adelante sin derrumbarse, Jefté sabia en quien había confiado
y creído.
La Biblia cuenta que Jefté habitó en tierra de Tob; y se
juntaron con él hombres ociosos, los cuales imagino estaban en la misma
condición de él. Hombres lastimados, rechazados, menospreciados,
heridos, sin esperanzas, sin
futuro y sin hogares,
buscando una oportunidad para salir de esa condición. La vida de Jefté sería
muy difícil, saldría de su casa sin dinero, ni destino y despreciado por su
familia (“). Aunque la Biblia no diga
nada con respecto a esto, porque Jefté nunca manifestó como se sintió, él
guardaba silencio, y confió en el único que podía confiar, creer
y esperar.
El Salmo 37: 25 dice: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado,
Ni su descendencia que mendigue pan”
Dios está cerca a los quebrantados de corazón, de los que sufren, lloran y
padecen injusticia. Este líder se sobrepone a la adversidad, él no vio los
gigantes, nada podía impedir que saliera adelante. Porque
el propósito que tenía Dios con este varón, ni el mismo infierno lo estorbaría.
Jefté se convirtió en líder de estos ociosos y
aventureros. Estos amigos le han de
haber ayudado a comprender lo especial que era él para ellos En la soledad y el abandono conoció y entendió que el amor de Dios es incomparable, no
tiene errores, no falla, porque él es la única
persona que nos ama con un amor
perfecto. Jefté sintió cuán importante era para su Padre Celestial,
aunque sus padres terrenales lo había desechado, Dios tenía un plan y propósito
específico para él y con su ayuda el tendría la victoria y todos lo verían.
Dios no mira lo externo ni las apariencias, Dios no vio que Jefté era hijo de
una mujer ramera, Dios miro la grandeza de su corazón como dice 1 Corintios 1:
28 “Y lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios para avergonzar a lo fuerte”.
Jefté por sus
fortalezas debió haber sido
conocido a través de la tierra de Tob, por sus habilidades, valor y
liderazgo. Esta fama de guerrero, fuerte y valiente
debió haber llegado a su pueblo Israel y a sus hermanos. La Biblia relata que pasado el tiempo los
hijos de Amón hicieron guerra contra Israel y ellos se sintieron amenazados y
atemorizados por los amonitas que eran grupos de guerrilleros malos, y ninguno
de ellos estaba preparado para enfrentar esos enemigos de tan gran envergadura.
Ellos se sintieron amenazados, en peligro y que necesitaban
ayuda para poder vencer a estos amonitas que representaban un gran peligro. Y
fue entonces que se acordaron de la fama de Jefté y fueron a buscarlo hasta la
tierra de Tob. Y le dijeron: Ven, y serás nuestro jefe, para que
peleemos contra los hijos de Amón. Más
Jefté que conocía perfectamente el corazón de ellos y sabia de lo que eran
capaces, le responde: ¿No me
aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? Que
nobleza la de este hombre aún lo consideraba su padre, ¿Por qué, pues, venís ahora a mi cuando están en aflicción? Jefté pudo tomar la decisión de rechazarlos y
dejar que fueran derrotados por sus enemigos, pero el amor de Jefté pasaba por encima de la maldad y el egoísmo de
ellos y este amor lo llevó a que el Pueblo de Israel reconociera que había
actuado injustamente, y puso como condición que si regresaba con ellos, sería
su caudillo (Cabecilla o líder) de
Israel.
Jefté no confiaba que le estuviesen hablando con la verdad,
tenía más que motivos suficiente para desconfiar, conocía el corazón de ellos,
y les vuelve a preguntar: Si me hicieres volver para que pelee y ¡Jehová los entregue delante de mí! ¿Seré
yo vuestro caudillo? Él tenía en cuenta a Dios, y le daba la gloria en
todo. Y ellos respondieron: Jehová sea testigo entre nosotros, sino hiciéremos
como tú dices.
Algo de admirar e imitar de Jefté, era que nada hacía sin
consultar a Dios y le obedecía “Jefté
habló todas sus palabras delante de Jehová” Le consultó a Dios y el Señor
le dio el discernimiento y la orden que debía que pelear la batalla. Con esta batalla quitaría Jefté el oprobio que tenía delante de sus hermanos y
delante de Israel. También tenía el don de la prudencia y justicia trató de evitar esta guerra y envía
mensaje al rey de los Amonitas y le pregunta: ¿Por qué estaba atacando a los Israelitas? Entonces el rey le
responde, que muchos años atrás este pueblo había pasado por su tierra y se las
habían quitado. Pero Jefté que estudiaba
la historia de su pueblo, porque era un hombre de búsqueda y de relación con
Dios, Jefté era diligente, estaba
enterado como habían sucedido las cosas exactamente, no se dejaba engañar por
el enemigo. Esto nos enseña que debemos
leer las Escrituras y estar firmes para así desenmascarar
al enemigo y derrotarlo.
Jefté desmiente al rey de los Amonitas, y le dice: Jueces 11:
15 “Israel no tomó tierra de Moab, porque
cuando Israel subió de Egipto, anduvo por él, desierto, envió mensajeros al rey
de Edom para que dejara pasar, pero no
lo escuchó. Pero Jehová Dios entregó a
Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel” y lo desmintió. Así que, lo
que Jehová Dios de Israel desposeyó al Amorreo delante de su pueblo Israel ¿Pretendes tú apoderarte de él?.
La guerra se desató, más el Espíritu de Jehová vino sobre
Jefté y le ayudó a vencer la batalla.
El pueblo de Dios destruyó a 20 pueblos, fue una victoria total. Como se le había prometido Jefté, fue líder
de Israel por Seis (6) años.
De toda esta historia lo admirable de este hombre que
pudiendo escoger ser un hombre amargado,
resentido y derrotado decidió ser fuerte, perdonador y misericordioso,
él tenía el ADN de grandeza de su Dios, y a pesar de todos sus
sufrimientos no se apartó de Dios, sino que
todas estas adversidades lo hicieron aún más fuerte. Las
pruebas que Dios permite que ocurran en tu vida no son para destruirnos, sino para fortalecernos y madurarnos si aceptamos su perfecta
voluntad. De ti dependerá cuál será el
resultado. Él perdonó a su padre y a sus
hermanos, dependió de Dios en todo
y el Señor le ayudó, lo levantó
y le dio
la victoria. Este era el propósito de Dios para él, que fuera
reconocido por sus enemigos y llegara a ser juez Noveno (9) de Israel.
La vida de Jefté nos deja una enseñanza enriquecedora:
1) El ser despreciado, rechazado o
avergonzado, no impedirá que las bendiciones de Dios te alcancen, no te veas como los otros te ven,
ni
cómo te veas tú, mírate como Dios te ve.
2) Las circunstancias que vives hoy o
las maldiciones generacionales que haya venido arrastrando de tus antepasados
no te alcanzarán si Dios tiene
depositado una semilla de triunfos y victorias para ti. Solo nosotros mismos somos los únicos que
impedimos que eso se cumpla. Tú no eres lo que las personas dicen que eres, ni de lo que crees tú que eres. Tú, eres lo que dice Dios: La niña de sus ojos, su especial tesoro, nación santa, pueblo escogido por él.
3) Nunca te apartes del consejo de Dios
porque en él está la sabiduría,
la ciencia y la habilidad y te será transferida
para que derrotes a tus enemigos, si no guardas rencores u odios.
4) Y último, tus enemigos vendrán a ti y te exaltarán, porque reconocerán que eres
una persona valiente y esforzada y que tu Dios está contigo como poderosos
gigante, y te ha dado el poder para hacer obras asombrosas, maravillas,
portentos y prodigios, que ojo no vio ni oído escucho, y ellos mismo te mandarán
a llamar y pondrán por cabeza y no por cola, aún por encima de ellos. Dios hace
todas esas cosas cuando nos rendimos y nos despojamos de nuestra humanidad, y
le permitimos pelear nuestras batallas, como dice su Palabra “No
es nuestra la guerra, sino de él”
Estas cuatro (4) virtudes le permitieron a Jefté obtener la
victoria total ante sus enemigos. Hasta para amar, buscar y agradar a Dios se necesita sabiduría e instrucción Divina,
porque a veces lo queremos amar a nuestra manera, y creemos satisfacer el
corazón de Dios y en realidad estamos muy lejos de lograrlo, porque hacemos nuestra voluntad por encima de la de
él.
Lo qué identifico a
Jefté como un líder fue:
a) Conoció
cuál era el propósito de Dios para su
vida, y en lo que hizo fue el mejor, así los demás lo menospreciaran, se destacó y Dios le dio un valor extraordinario.
b) Tuvo
claro de dónde venía y lo que anhelaba alcanzar. Quitar el oprobio
delante de sus hermanos y del su pueblo Israel y por eso se unió con las
personas indicadas, en el lugar indicado, a la hora indicada, haciendo lo
indicado para llevar el nombre de Dios en alto.
c) Se revistió de autoridad y tuvo el suficiente carácter para ganarse el respeto y la admiración que quienes lo siguieron y lo imitaron en su valor, en la fuerza para derribar el mal. Él reflejaba el corazón de Dios.
c) Se revistió de autoridad y tuvo el suficiente carácter para ganarse el respeto y la admiración que quienes lo siguieron y lo imitaron en su valor, en la fuerza para derribar el mal. Él reflejaba el corazón de Dios.
d) Nunca se amilanó, ni retrocedió ante
el primer obstáculo, sino que supo que nunca
fue en sus fuerzas, sino en las de Dios y el Señor le entregó esa
victoria tan anhelada y tan difícil de tener.
e) Tuvo la capacidad de influenciar a
las personas, para bien, porque también
pudo hacerlo para mal, fue cuidadoso en todo y lo pasó por el filtro del Señor
para ser dirigido por él, y no abusó de su liderazgo, como lo hizo Hitler que
fue un líder para no imitar, porque hizo mucho daño a la humanidad. Él fue
bendición para aquellos que lo rodearon, siempre dio lo mejor.
¿Cómo llego a ser un
líder valiente y esforzado? En primera instancia y desde mi
perspectiva como cristiana:
1)
Necesito rendirme y depender
de Dios totalmente.
2)
Buscar el crecimiento espiritual
y personal
3)
La obediencia y el sometimiento nos guiaran a la
verdad
4) Cambiando
nuestra mentalidad, conocer que nacimos para vencer, porque ese potencial lo
depositó el Señor en nosotros antes de nuestro nacimiento. Él nos hizo más que
vencedores.
Jefté a pesar del sufrimiento y las circunstancia no perdió los
elementos claves como el de ser esforzado,
valiente, tener una visión clara y creer
que era alguien muy especial para Dios,
por el contrario los fortaleció sintiéndose todo un hijo de Dios, que
tenía un propósito que cumplir. Que esa puerta que Satanás le había cerrado, su Dios era tan
poderoso para abrirle las esclusas de los cielos. Por este motivo usted no se
desanime cuando aparentemente vea que una puerta le sea cerrada por satanás,
porque por ahí no está su bendición, mi Dios tendrá una nueva puerta por abrir,
con mucha más bendición que la que se cerró.
Atrévase a creerle a él.
Un líder en el plano secular o eclesial, no busca auto promocionarse para
ser reconocido en lo que hace. Ser líder es algo que
se evidencia
por sus frutos: como habla, como afronta las adversidades,
como
actúa en su vida diaria y por su capacidad de entregar lo mejor para el
bienestar de aquellos que han depositado su confianza en usted, porque todo lo
que haces, lo haces como para Dios. Jamás pasas por encima de alguien, para su
propio provecho, y es capaz de soportar y amar sin cansarse de los
débiles, para ayudarlos a crecer, y por último hablará siempre la
verdad, y la verdad es “JESÚS”
Cuando Dios te encargue a liderar,
hazlo con excelencia para que tengas la aprobación
de Dios y la de los hombres, y él te dará honra y honor, y todos
tendrán que decir: Que tu Dios es poderoso y nada es imposible para él.
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